(foto de Isabel Wagemann)
Consejos de almohada
Aquella noche debía decidir si iba a abandonarla. Llegó a casa de madrugada y descubrió que su esposa se había quedado dormida en su lado de la cama. Se acostó en la mitad del colchón que no le correspondía. Echó de menos su almohada, gruesa y firme, gran consejera y tuvo que pelearse con la de su mujer. Él amaneció temprano, dispuesto a ponerse el vestido rojo para la boda del sábado. Ella, extrañamente resuelta a huir con la joven amante que ignoraba tener.
Teresa Serván
10 comentarios:
Los invito a visitar el blog que creé.
www.140palabras.blogspot.com
Saludos.
Y este micro de Teresa es preciso y genial. Me hace sonreir pero de una forma irónica y un poco lúdica también.
Saludos más.
Me gustó esta microlocura. Quizás pruebe esta noche para ver si surte efecto.
Abrazos
Microlocas, microintensas, micromiedos, microbios y microbestias... Me encanta la iniciativa y tengo muchas ganas de verlas a todas en acción. Enhorabuena a todas por el macroproyecto.
...nada cómo ponerse en la almohada del otro!
Muy bueno.
Me adhiero a las palabras de Camila.
Vamos, que me pego a ella y a las Microlocas.
Irene.
Después de unas microvacaciones en las que he puesto un ojo en mi hijo y el otro en la pantalla del ordenador, una mano dando sopas y otra tecleando a cualquier hora. Después de sacarle a mi almohada hasta la ultima pluma de inspiración, leer vuestros comentarios es el mejor regalo del día. Muchas gracias a todos.¡Microbesos y maxiabrazos!
Te los mereces, Teresa, te los mereces... Nos vemos el miércoles en la lectura, muero por oír vuestros textos.
Mucha suerte microlocas, por vuestro nuevo proyecto editorial. Teresa, te imagino por lo que nos cuentas como a la diosa Shiva, con muchos brazos, uno de ellos no se si el brazo pulgar o habrá brazo meñique, escribiendo.
Un saludo y enhorabuena. Eva Manzano
No, no, Teresa. No dejes de ser ordenada. El orden tiene mala fama, pero solo se trata de una pose. Sin orden no se puede escribir, no se pueden afilar los cuchillos, no se puede transgredir sin orden. Tu orden es el de las aves de presa que vuelan, miran, seleccionan y ¡zas! certeramente se hacen con su presa.
Ismael, qué bonito ¿Me lo prestas para un micro?
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