El nuevo perfil de España, con sus miles de emigrantes, va a provocar un vuelco literario. Lo que pienso en Pamplona, en el encuentro de Mujeres Creadoras, mientras escucho a una muchachita, la joven poeta rusa Xenia Dyakonova, quien lee con pasión eslava tanto sus propios poemas como los de poetas que ella misma ha traducido. Habla un castellano perfecto con acento catalán, vive en Barcelona desde los catorce años. Ahora tiene veinticuatro, y posee la grandilocuencia propia de su edad a la vez que una dosis de inteligencia que hace que ironice sobre sí misma. Sabe literatura, es evidente, y mucha, la lleva en la sangre. El ritmo de sus poemas es el de la métrica rusa, una música que parece haber viajado con ella para verterse en el castellano. No me extraña que Xenia hable de la traducción, del plagio, de las influencias rusas y de los vientos que la sacuden. Luego me cuenta que su padre, matemático, es feliz en Barcelona y que su madre, música, ha sufrido más con el cambio. Cuenta también que, sobre el piano de su casa en Moscú, se amontonaban las máquinas de escribir que arreglaba su abuelo. También dice: "de pequeña yo quería ser famosa". Y se ríe de sí misma. Luego salimos a cenar y pide pescado. Le sirven un rodaballo. Le digo "¿un rodaballo a la Günther Grass? Y contesta, en su perfecto castellano ¿qué es un rodaballo? Le he pedido a esta poeta de ida y vuelta, a esta maga del ritmo, dos de los textos que leyó: una traducción de Pasternak y un poema propio. Creo que deberíamos recordar su nombre y estar pendientes de lo que escriba.
Borís Pasternak (1890-1960)
No fui yo la razón de tu melancolía,
ni quien te hizo olvidar dónde estaba tu tierra:
era el sol inflamado en las gotas de tinta,
como en racimos polvorientos de grosella.
Y la sangre de mis pensamientos y cartas
se tornó cochinilla.
Esta púrpura del corazón me es extraña;
no fui yo la razón de tu melancolía.
Fue la tarde que se hizo de polvo y, temblando,
te besó; y jadeabas en ocre y en polen.
Fue la umbría tomándote el pulso. Y tú al campo,
desde el seto, tendías la cara encendida,
que flotaba, en aceite sobre los portones
salpicados de sombra, amapola y ceniza.
Fue el verano incendiado en carteles, que en pozas,
moteadas, igual que maletas al sol,
sobre el pecho con lacre selló al sirgador
y después hizo arder tus sombreros y ropas .
Fue tu vista, aturdida entre tanta viveza,
fue la furia del disco, que libre de yugo,
corneando las tablas, tiraba la cerca.
Fue Occidente en tu pelo que con un carbunclo
se metía, zumbaba, expiraba... en minutos,
esparciendo un color de tagete y frambuesa.
No, yo no: fuiste tú; con tu propia belleza.
Poema
Xenia Dyakonova - Trad. del ruso de José Mateo
Mis muebles tienen patas de gallina,
mis vasos visten pelo de camello;
y a mí me gusta así, por más que digan
–y con razón– que estoy como un cencerro.
Un misterioso sombrero de ala ancha
ha aterrizado en la copa de un árbol
de mi jardín: y cuanto más lo empapa
la lluvia y lo golpea, él más alto,
más alto crece. Un pájaro de fuego
dormita junto al gato en una silla.
Si no existiese lo rocambolesco
del milagro, ¿no le susurraríais
a vuestra alma: «Mejor que nos larguemos»?
7 comentarios:
Jugoso el de Pasternak.
Directo y curioso el de Dyakonova.
Tengo que leer más poesía, es inspiradora!!
Sí, es cierto. Cuando estamos escribiendo prosa, conviene leer poesía. No sólo no contamina lo que estás escribiendo sino que además estimula. Son muchos los prosistas que leen poemas cuando están escribiendo.
Bueno el poema de ella, me gustò....me quedè pensando en que en griego creo que "extranjero" se dice xenos, què cercano a su nombre, quizàs querrà decir algo como " de afuera"...tiene un excelente manejo de la lengua...
Gracias por acercarnos gente nueva. Xénia es fresca, vital; me agrada. últimamente leo más poesia, ya le "encontré" la mirada y ¡¡me dice tanto!!!.
Un beso fuerte Clara.
ROSA
A mi me gustó mucho su vigor, y también el hecho de que, leídos en alto, sus poemas en castellano suenan con la misma música que en ruso. Ella explicó que es un efecto buscado, y me resulta muy interesante que sea capaz de poner en un idioma el ritmo de otro. Me alegra que disfrutes leyendo poesía, es realmente un placer mayúsculo.
Me ha gustado mucho la joven rusa. Su frescura, la armonía y la ironía con que trata lo cotidiano, la vida. Opino que encarar la existencia en lo poético y en cualquier otro aspecto con ironía para con uno mismo, es la forma más sana, inteligente y divertida de vivir.
Leer poesìa es siempre algo maravilloso....si es buena, claro...y èsta lo es...La traducciòn tambièn me gustò mucho...
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