Os dejamos el trabajo de Mariana Grekoff sobre Dimensiones, el cuento de Alice Munro que abre la colección de relatos de Demasiada felicidad, editada en España por Lumen. Vendrá muy bien para posteriores análisis. Que la disfrutéis. Aquí está.
También os dejamos una entrevista a Alice Munro traducida por Mariana Grekoff. Disfrutadla.
También os dejamos una entrevista a Alice Munro traducida por Mariana Grekoff. Disfrutadla.
9 comentarios:
Genial!! Muy buen material para seguir analizando el relato que me tiene desconcertada después de la tercera lectura, casi prefiero no saber lo que quiere decir...gracias por compartirlo :-)
creo que es un texto optimista, pese a que despierta emociones muy fuertes, el martes veremos tu brillante interpretación...
Fantástico, muy interesante!!! Muchas gracias a Mariana y a ti Clara por compartirlo.
Mariana, desde Canadá. A ver si la convencemos de que entreviste a Alice Munro...
yo voy, pero parece que es medio Sallinger ella. Y yo soy no Deborah Treisman.
no creo, da entrevistas, pocas, peor las da, parece muy afable... No te libras...
Si, daba entrevistas y hasta te preparaba la comida, pero ahora está mas reacia, se dice por ahí.
Estoy traduciendo la nota del Paris Review. Es muy larga, asi que voy a tardar un poco. Empieza así (va en crudo)
"No hay vuelo directo desde Nueva York a Clinton, Ontario, la ciudad canadiense de tres mil habitantes donde Alice Munro vive la mayor parte del año. Salimos de La Guardia temprano, una mañana de junio, alquilamos un coche en Toronto, y condujimos durante tres horas en carreteras que se volvían cada vez más pequeñas, más rurales. Cerca del atardecer, llegamos a la casa donde vive Munro con su segundo marido, Gerry Fremlin. Cuenta con un patio profundo y un excéntrico jardín de flores y es, según explicó, la casa donde nació Fremlin. En la cocina, Munro preparaba una comida sencilla con hierbas fragantes del jardín. El comedor está lleno de bibliotecas del piso al techo; a un lado hay una pequeña mesa con una máquina de escribir. Es allí donde Munro trabaja.
Después de un rato, nos llevó a Goderich, una ciudad más grande, la capital del condado, y nos instaló en el Hotel Bedford, frente al palacio de justicia. El hotel es un edificio del siglo XIX, con habitaciones cómodas (camas gemelas y sin aire acondicionado) que podría albergar a un bibliotecario o un maestro de escuela de frontera en uno de sus cuentos. Durante los próximos tres días, conversamos mucho en su casa, pero nunca con el grabador encendido. La entrevista la llevamos a cabo en nuestra pequeña habitación de hotel, ya que Munro quería mantener “los negocios fuera de casa”. Tanto Munro como su marido se criaron en un radio de veinte millas de donde viven ahora. Conocen la historia de casi todos los edificios que pasamos, admiramos, o fuimos a comer. Preguntamos si había alguna especie de comunidad literaria en las inmediaciones. Nos dijeron que, aunque hay una biblioteca en Goderich, la librería más cercana estaba en Stratford, a una treintena de millas de distancia. Cuando le preguntamos si había otros escritores locales, nos paseó por el frente de una casa destartalada donde se estaba sentado un hombre con el torso desnudo en el porche trasero, inclinado sobre una máquina de escribir, rodeado de gatos. "Está ahí todos los días", dijo. "Llueva o haga sol. No lo conozco, pero me muero de curiosidad por saber qué se trae entre manos."
Nuestra última mañana en Canadá, suministrados con las direcciones, salimos a buscar la casa en la que Alice Munro había crecido. Su padre había construido la casa y allí criaba visones. Después de perdernos varias veces la encontramos, una casa de ladrillo muy bonita al final de un camino rural, frente a un campo abierto donde un avión descansaba, apeado temporalmente, al parecer. Era, desde nuestro punto de vista, fácil de imaginar el glamour en el aire, un piloto que lleva a su “country wife” (amante?), como en "White Dump", o el joven aviador que aterriza en un campo como este en "How I Met My Husband."
Ahhh, y de paso: de nada Carmen. Me gusta traducir, y más aún si es para el taller.
qué buena pinta, más, más...
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