Esta es, posiblemente, la casa en la que se inspiró Cumbres borrascosas. Imaginémosla en invierno, con el viento que sacude las hirsutas matas de brezo...
El suelo de aquellas solitarias alturas estaba cubierto de una capa de escarcha ennegrecida, y el viento estremecía de frío todos mis miembros.
Al ver que mis esfuerzos para levantar la cadena que cerraba la puerta de la verja eran vanos, salté la valla, avancé por el camino bordeado de groselleros y golpeé con los nudillos la puerta de la casa, hasta que me dolieron los dedos. Se oía ladrar a los canes.
(Cumbres borrascosas. Cap. II)
No hay comentarios:
Publicar un comentario