Me llamo Isabel González y crecí en los años setenta, en una gasolinera a las afueras de Ejea, un pueblo de Zaragoza. Nuestra casa adosada a los surtidores era un apeadero. La gente entraba y salía y pedía combustible, una lata de aceite o un refresco de naranja. A veces, durante la noche, mi padre se levantaba escopeta en mano para espantar a los ladrones que asaltaban el negocio. Mi madre lamentaba la falta de intimidad, pero no concebía que quien cruzara nuestra puerta se marchara defraudado. Supongo que eso es la felicidad. Escribir. Proteger. Compartir. Aquello que se tenga. Tuve un cuervo herido. Ahora tengo cuentos. La editorial Página de Espuma los ha reunido en Casi tan salvaje, un libro donde no hablo de mí aunque soy yo la que aparece. También formo parte de un grupo de escritoras Microlocas que acaba de publicar La aldea de F. (ed. Punto de Partida, Universidad Autónoma de México). El resto de mis historias anda desperdigado en Por favor sea breve 2 (ed. Páginas de Espuma), Relatos en cadena (ed. Alfaguara), Parafilias ilustradas (ed. Traspiés) y en la revista Turia. Doy clases en la Escuela de Escritores. Me gusta dibujar y como infografista, trabajo en el periódico El Mundo. La infografía me da de comer y la literatura me da de soñar.
Estilismo: Patricia López de Tejada
Diseño gráfico: Julieta & Grekoff
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