Nadie cree que los gatos son buenos compañeros, pero lo son. Estoy solo, acostado, y de pronto siento un poderoso brinco: es Beppo, que se sienta a dormir a mi lado, y yo percibo su presencia como la de un dios que me protegiera.
Así cuenta Borges su relación con los gatos. Os dejamos aquí un poema y un fragmento de El sur, donde habla de ellos. En la fotografía, el autor con su gato Beppo.
A un gato:
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.
"Recordó bruscamente que en un café de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen) había un enorme gato que se dejaba acariciar por la gente, como una divinidad desdeñosa. Entró. Ahí estaba el gato, dormido. Pidió una taza de café, la endulzó lentamente, la probó (ese placer le había sido vedado en la clínica) y pensó, mientras alisaba el negro pelaje, que aquel contacto era ilusorio y que estaban como separados por un cristal, porque el hombre vive en el tiempo, en la sucesión, y el mágico animal, en la actualidad, en la eternidad del instante". "
(El sur)
14 comentarios:
Fantastico, me encanta!!!!
Sí, además la foto es preciosa...
Maravilloso Borges, como siempre. Gracias, Clara.
Gracias por estos fragmentos de Borges, no los había leído y me han encantado. La foto es genial.
Saludos
Cuanto más leo de Borges más me gusta. Es un placer releer sus escritos una y otra vez.
Me parece que Borges, como los grandes escritores, en lugar de envejecer rejuvenece. A mi, al menos, me gusta cada vez más,siempre se encuentra algo nuevo en sus textos, aunque los hayas leído cien veces.
De las pocas veces que Borges habla de animales domésticos, màs allà de la famosa enumeraciòn que aparece en "Las palabras y las cosas" de Foucault, y de "El libro de los seres imaginarios," donde los animales son mitològicos o soñados....Es conmovedora la apariciòn de ese gato comùn, al que el hombre casi muerto de "El sur" busca para despedirse...
No me gustan los gatos. Cuando los miro nunca sé lo que piensan y noto en sus ojos cierto desprecio, o condescendencia, o indiferencia o displicencia. Me parece que ellos me observan a mí (y no al revés) desde una dimensión atemporal y una conciencia superior del mundo. Intuyo en sus ojos sus genes salvajes atávicos y me causan desasosiego sus movimientos felinos porque desbaratan mi quehacer civilizado, provocando el caos en el orden de mi existencia. A pesar de sus indolentes sueños tumbados al sol me sugieren estar siempre al acecho y sus pasos silenciosos los convierten en almas en pena demasiado satisfechas de permanecer en nuestro lado con sus siete vidas eternas. Parecen acólitos de dios o del diablo, una premonición de la muerte. Eso me parece el gato en El Sur de Borges. Mar Horno.
Gracias, querida Clara, por tu mensaje. Decidí continuar el diálogo entre nuestros blogs de este modo:
http://eduardoberti.blogspot.com/2010/11/borges-y-los-gatos.html
besos
eduardo
Mar, lindísimo tu texto. Hasta a mi, que te escribo mientras mi gato me mira con su indiferencia olímplica, y que adoro estos animales me ha gustado.
Siempre he tenido gatos y resulta que ahora soy alérgica a ellos. Ahora no tengo gatos y los echo de menos. Personalmente, los gatos me resultan menos crípticos que Borges.
Borges no es críptico, Isabel, es difícil, simplemente difícil, una vez que encuentras sus claves de lectura todo es más sencillo. Y el gran juego está en el texto, siempre puedes encontrar las piedritas que el escritor puso para que lo siguiéramos por su camino. Y los gatos, claro, los gatos...
Bueno, se puede decir que su escritura es felina: elegante, misteriosa, distante y muy próxima, se deja acariciar si estás receptivo, te acompaña, pero salta esquivo...
Buena descripción, yo siempre "siento" a Borges agazapado como un gato, escondido en el texto y jugando conmigo, su lectora. Y en cualquier momento, zas, un zarpazo de maravilla...
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